lunes, 16 de junio de 2014

Crónica: Primer Encuentro del Frente por la Salud Mental


Los días 2 y de 3 de mayo de 2014 nos reunimos en San Miguel de Tucumán casi un centenar de trabajadores de salud mental de las más diversas inserciones (operadores de salud, musicoterapeutas, terapistas ocupacionales, psiquiatras, psicólogos, psicoanalistas, residentes, comunicadores, licenciados en ciencias políticas, artistas, trabajadores sociales, estudiantes y usuarios) provenientes de varias provincias del país: Salta, Catamarca, Santiago del Estero, Santa Fe, Capital Federal, Río Negro y, por supuesto, Tucumán. A esto se sumó la adhesión escrita de trabajadores de salud mental de Formosa. El objetivo: la conformación de un Frente de trabajadores que pueda dar visibilidad y potenciar prácticas transformadores e instituyentes que están teniendo lugar en todo el país.
El trabajo se desarrolló en un clima concordante con el espíritu de la ley 26.657, el del trabajo entre actores provenientes de prácticas y tradiciones teóricas diversas. Los debates se organizaron a partir de intercambios de experiencias en distintos campos, y de algunos enunciados que se encuentran en nuestra convocatoria, como: “Inventar o fracasamos” y “Desmanicomializar nuestras cabezas”.
A partir de las dificultades y logros observados en dichas experiencias se pusieron en tensión los dos ejes inseparables de la ley: el clínico y el relativo a los derechos humanos. Desde esta perspectiva se acentuó la importancia de que la ley se haga cuerpo entre los diversos actores, para que no se pierda en una maraña de enunciados administrativos.
Se insistió en que resultaba central que todos pudiésemos responsabilizarnos de la dimensión ético-política que la ley implica, sin perder de vista sus exigencias materiales, en otras palabras, la ley nos invita a pensar críticamente acerca de nuestras prácticas clínicas cotidianas.
Crítica que involucra tanto a nuestras experiencias inmediatas actuales, como también a una historia que se nutre de una larga tradición de luchas y búsquedas que comenzaron a finales de los cincuenta, y permitieron, entre otras cosas, tener hoy la ley vigente.
Otro acuerdo que surgió en los debates, fue resaltar la importancia de tender a abandonar el aislamiento, la queja y los sesgos corporativistas, promoviendo la acción y el pensamiento colectivo imprescindibles para nuestro quehacer.
Dado que nuestro presente sigue determinado por la complejidad de los diferentes padecimientos humanos, entendemos la imperiosa necesidad de un trabajo horizontal y compartido. De tal forma, que podamos cada vez generar espacios que contengan y nos ayuden a afrontar las dificultades frente al padecimiento psíquico.
Esta dimensión social y política se evidenció en el curso de los debates, y se plasmó también en las preocupaciones que se desplegaron en la mesa redonda que se organizó: “Medios de comunicación y Salud Mental”. Para todos resulta evidente el lugar central que los medios de comunicación tienen en las subjetividades actuales, que sus dinámicas son muchas veces deletéreas de los lazos sociales, pero que también son instrumentos posibles para una construcción de la salud colectiva. En esa perspectiva se abrió el debate acerca de otros modos de comunicación que también producen lazo social por fuera de los grandes medios.
Se sugirió que el nombre de nuestra publicación, “Puntos suspensivos…”, puede ser interpretado como el modo de expresar un trabajo que sólo cobrará vida en la medida en que nos identifiquemos como una potencia transformadora de nosotros mismos y de la realidad.
Estas fueron las últimas conclusiones y, así también, compromisos:
·        seguir ampliando el Frente por la Salud Mental a todo el país y a la mayor cantidad de personas implicadas, para continuar sosteniendo y generando prácticas transformadoras
 al tiempo que:
·        trabajemos para que se incorpore esta mirada a la vida universitaria, como un eje en la formación de los estudiantes, futuros agentes de las prácticas de salud mental.